El potencial de los nuevos partidos en Europa
Franziska Fislage

Franziska Fislage

Gerente senior de relaciones públicas de la editorial Axel Springer. Consultora de políticas para el diálogo internacional entre partidos políticos de la Fundación Konrad Adenauer hasta finales de 2020.

Son los nuevos vecinos del barrio, los nuevos partidos (1) en Europa. Se describen a sí mismos como nuevos y diferentes. Algunos pudieron alcanzar éxitos electorales rápidamente. Las razones de sus logros son diversas y específicas de cada país, pero también dan testimonio del cambio social general. ¿Qué significa esto para el futuro de la democracia de partidos y qué oportunidades ofrecen estos cambios a los partidos establecidos?

El año electoral 2019 en Ucrania fue una sorpresa en muchos sentidos: por un lado, Volodímir Zelenski fue elegido nuevo presidente. Zelenski era hasta entonces una figura pública, pero no en la política sino, entre otras cosas, como comediante y actor principal en la comedia política televisiva Sluha Narodu ‘Servidor del pueblo’. Por otro lado, el partido de Zelenski, Sluha Narodu, se convirtió en la fuerza política más poderosa del Parlamento ucraniano. Esto permitió que un partido que se había fundado un año antes de las elecciones como sucesor del Partido de los Cambios Decisivos pudiera movilizar suficientes primeros votantes como para ganar las elecciones (Trubetskoy, 2019).

Sin embargo, Sluha Narodu no es el único partido ucraniano recién llegado. También Holos, partido del conocido músico ucraniano Svyatoslav Vakarchuk (Weininger, 2019, p. 4), se fundó antes de las elecciones parlamentarias de 2019. También fuera de Ucrania surgieron nuevos partidos en los últimos años. En algunos casos, experimentaron éxitos electorales asombrosos que van desde el ingreso directo al Parlamento hasta el triunfo en una elección, con la consiguiente responsabilidad del gobierno. Entre ellos se encuentran Podemos y Ciudadanos en España, ANO 2011 en la República Checa, NEOS en Austria, el Movimiento Cinco Estrellas en Italia, SMC en Eslovenia y, sobre todo, La République en Marche (LREM) en Francia. Aunque el glamour y el éxito inicial de algunos de estos nuevos partidos ya se están desvaneciendo, otros se pudieron mantener y ejercer presión sobre alguno de los partidos establecidos. La tendencia hacia la fundación de nuevos partidos, que cambian el mapa en muy poco tiempo, continuará en el futuro, de manera que los sistemas de partidos permanecerán (y deberán hacerlo) en movimiento.

Los viejos nuevos

Las formación de nuevos partidos no es, por supuesto, un fenómeno desconocido. De hecho, esto se repite desde la conformación de los sistemas de partidos hace más de cien años. Muchos de los ex recién llegados poseen ahora una tradición de décadas y se han convertido en una parte integral del sistema de partidos en sus respectivos países. Sin embargo, un fenómeno nuevo es la velocidad con que los nuevos partidos pueden alcanzar el éxito. A menudo, solo trascurren unos pocos años entre su fundación y la entrada al Parlamento o, incluso, el logro de cargos presidenciales. Mientras tanto, la velocidad con que la sociedad está cambiando también impacta sobre el panorama político, al menos, en muchos países europeos.

En el pasado, los partidos y movimientos recién fundados no tenían gran alcance y a duras penas sobrevivían durante muchos años fuera de los Parlamentos. Luchas internas por el poder y entre tendencias, debates y discusiones sobre posiciones y programas, el establecimiento de estructuras nacionales y, por último, pero no menos importante, el escrutinio crítico de los partidos establecidos y de la opinión pública eran algunos de los ineludibles primeros pasos en el proceso de consolidación. En los años de aprendizaje había que establecer procesos de toma de decisión democráticos y estables, sentar una base programática, construir una organización partidaria y probar suerte en la gestión de campañas. Mientras algunos partidos pudieron establecerse con bastante éxito en estos años, otros como el Partido Pirata, en Alemania, después de una euforia inicial rápidamente fueron relegados a la periferia política.

En el pasado, los partidos y movimientos sin estructuras internas y una organización definida difícilmente podrían entenderse como una competencia seria para los partidos establecidos. Muchos de ellos solo lograron resultados que avalaban su participación en el gobierno después de varios años en la oposición.

Hoy en día, varias de las etapas tempranas en el proceso fundacional de un partido ya no se producen.

El cambio social como catalizador

Como muestran diversos procesos en Europa, ya no es raro que un partido gane las elecciones en el primer intento o ingrese al Parlamento poco después de su fundación. La participación en el Gobierno después de las primeras elecciones ya no es impensable. Esto se asocia a cambios en la sociedad que actúan como catalizadores y facilitan tales desarrollos, de los que se benefician nuevos partidos y movimientos.

Volatilidad de los electores y fidelidad partidaria en descenso

El aumento de la volatilidad de los votantes y la disminución de la afiliación a los partidos son aspectos importantes que contribuyen al efecto catalizador. Una mirada a las últimas elecciones muestra claramente que los días de los votantes fieles terminaron, en gran medida. Estos serán reemplazados por los votantes cambiantes. Durante mucho tiempo se consideró que los países de Europa Central y Oriental marcaban la tendencia en este sentido. A diferencia de los países de Europa Occidental, allí la volatilidad de los votantes fue siempre bastante alta. Sin embargo, desde hace algún tiempo la creciente volatilidad de los votantes también se ha hecho evidente en Europa Occidental y Meridional (Emanuele, Chiaramonte y Soare, 2020). Más allá de sus motivaciones electorales, los últimos análisis de la migración de votantes en Alemania muestran que los exvotantes de la CDU en la próxima elección votarán por los Verdes o la Izquierda. También exvotantes de izquierda se convierten en votantes de CDU y FDP (Tagesschau, 2017). Aunque no sea la norma, esto muestra que las elecciones están cada vez más determinadas por el estado de ánimo de los y las votantes, vinculado a cuestiones específicas, que por sus lazos permanentes con un partido.

¿Qué significa esto para los partidos afectados? Que los votantes deben ser ganados nuevamente en cada elección. Los partidos ya no pueden estar seguros de ningún voto. Esta variabilidad también se manifiesta en las encuestas sobre tendencias. Así como antes de la pandemia se constataba un auge permanente en la intención de voto de los partidos verdes europeos (Grabow, 2020), durante la crisis se observa que los partidos con responsabilidades de gobierno, que habían disminuido su intención de voto, ahora ganaron en apoyo. Temas importantes como clima y ambiente, que impregnaban fuertemente los tiempos precovid, volvieron a quedar atrás.

Hoy en día, varias de las etapas tempranas en el proceso fundacional de un partido ya no se producen.

La mayor volatilidad está asociada con el debilitamiento de los lazos con los partidos. Si bien los partidos establecidos tienen en general más dificultades para ganar nuevos miembros, el movimiento Fridays for Future, por ejemplo, muestra que la generación más joven no es de ninguna manera apolítica. El declive de la adhesión partidaria no solo se debe al creciente individualismo en la sociedad, sino a que el aún fuerte interés político de la generación más joven se limita al compromiso temporal relacionado con un tema específico, y generalmente fuera de los partidos (Wiesendahl, 2001, p. 11). En una sociedad cada vez más globalizada e individualista, la participación a largo plazo en clubes u organizaciones parece cada vez menos atractiva e implica un compromiso demasiado fuerte.

Retirada de las viejas líneas de conflicto y disolución del esquema derecha-izquierda

Otro aspecto que favorece el éxito de nuevos partidos es el debilitamiento de líneas anteriores de conflicto y el surgimiento de nuevas tendencias de división. Las líneas de conflicto anteriores, especialmente Estado versus Iglesia y trabajo versus capital, con las cuales se desarrollaron la mayoría de los partidos establecidos, están siendo relegadas cada vez más a un segundo plano (Hooghe y Marks, 2018, p. 127). Mientras estas líneas de conflicto eran claramente identificables, las y los votantes simpatizaban con un bando político determinado y estaban vinculados estrechamente a su grupo social.

El desdibujamiento de las características esenciales hace más frágiles las líneas de conflicto que moldearon durante mucho tiempo los sistemas de partidos en Europa. Eso significa que hace tiempo que un católico ya no tiene que ser obligadamente demócrata-cristiano y un sindicalista no tiene que ser necesariamente socialdemócrata. Además, ambos entornos sociales se encuentran en un sostenido proceso de erosión. Apenas existen posiciones programáticas como las que durante mucho tiempo mantenían unida a una comunidad política con una identidad colectiva basada en puntos de vista sociales compartidos. La cohesión de un campo político ya no se manifiesta en un contexto subcultural relativamente cerrado. En consecuencia, los partidos deben abrirse, tanto en términos de sus problemas como de su estructura social, para poder representar mejor tanto a los votantes como a sus miembros.

En lugar de las líneas de conflicto anteriores, las nuevas líneas de tensión determinan cada vez más el panorama de los partidos y favorecen el surgimiento de otros nuevos (Hooghe y Marks, 2018, p. 113). La globalización, cuya dinámica y velocidad quedaron en evidencia con los movimientos de refugiados de 2015, divide a partidos y votantes en nuevos grupos de tensión. Por un lado, están los globalistas, que creen que para los problemas solo existen soluciones globales y que el Estado nación está llegando cada vez más a sus límites. Por otro lado, están los nacionalistas, cada vez más escépticos y críticos frente a los desarrollos de las últimas décadas y que piden el regreso a un Estado nación fuerte. Según los politólogos Hooghe y Marks (2018, p. 127), la crisis del euro —es decir, la crisis monetaria y presupuestaria europea de 2008 a 2010— y la crisis migratoria de 2015 han sido decisivas para el surgimiento de tensiones transnacionales, con efectos significativos dentro de Europa y favorecen la aparición de nuevos partidos.

El politólogo Wolfgang Merkel (2017) llama a esta nueva línea de conflicto cosmopolitismo versus comunitarismo. La construcción de las tipologías se presenta de la siguiente manera: los cosmopolitas son personas con un nivel de educación e ingresos por encima del promedio y que disponen de un elevado capital humano y cultural. Si bien prefieren el multiculturalismo, rechazan la asimilación. Tanto geográfica como profesionalmente, se caracterizan por un alto grado de movilidad. Se los podría llamar los ganadores de la globalización. Los llamados comunitaristas, por otro lado, tienen una educación e ingresos por debajo del promedio. Mucho más que los cosmopolitas, están sometidos a la presión competitiva global, no tienen movilidad espacial ni profesional y perciben la globalización y el multiculturalismo como una amenaza.

Estos nuevos partidos tratan de posicionarse al margen de las ideologías previas. Presentan un nuevo tipo de comunicación y son particulamente activos en las redes sociales.

Los partidos populares con pretensión de amplia representación pueden comprender elementos de ambos tipos ideales (Merkel, 2017, pp. 12 ss). Es interesante notar que estas divisiones entre cosmopolitas y comunitaristas se deben más a factores relacionados con el capital humano y el capital cultural que a los muy citados factores económicos. Esto crea una nueva línea divisoria a nivel social (Merkel, 2017, p. 15), que impacta asimismo en el sistema de partidos, ya que los populistas de derecha también pudieron usar esta línea de conflicto a su favor, pues la gran mayoría de ellos hacen foco en el miedo a la pérdida de identidad o al cambio cultural.

Con la desaparición de las líneas de conflicto anteriores y el surgimiento de nuevas líneas de tensión, a partir de las cuales surgen nuevos partidos, el eje derecha-izquierda queda cada vez más en un segundo plano. Muchos de los nuevos partidos tratan de separarse de esta dicotomía y, a menudo, incluso representan posiciones posideológicas. En muchos casos, los puntos de vista de izquierda y derecha se pueden encontrar en los nuevos partidos. De esta manera, logran movilizar votantes de una amplia variedad de entornos sociales pero son más difíciles de clasificar en el esquema clásico de derecha-izquierda. En particular, los nuevos partidos están operando cada vez más según un esquema liberal-antiliberal y también forman alianzas más allá del anterior esquema derecha-izquierda. Tales coaliciones se basan menos en posiciones sustantivas comunes que en visiones compartidas acerca del oponente político. Y este suele ser un partido establecido o la élite como tal.

Los nuevos caminos

Además de estos procesos generales, diferentes causas específicas de cada país contribuyen al éxito de los nuevos partidos. Esto a menudo se asocia con una pérdida de confianza en las instituciones políticas. Falta de transparencia, nepotismo y corrupción son las palabras clave aquí. Pero los fenómenos de crisis también favorecen la fundación de nuevos partidos.

Ellos están ganando elecciones con una velocidad que deja sin aliento. El estado de ánimo de esta época los catapulta a la superficie o más alto aún. Y a menudo lo logran sin un programa, sin estructura y sin organización. Por el contrario, se trata de individuos como el comediante italiano Giuseppe Beppe Grillo o el músico de rock polaco Paweł Kukiz, que fundan nuevos partidos de protesta o antisistema, o que toman temas particulares como la lucha contra la corrupción, con los que los nuevos partidos atraen la atención y consiguen adhesión temporalmente.

Muchos nuevos partidos dan la impresión de ser diferentes. En parte realmente lo son. Como ya se mencionó, estos nuevos partidos tratan de posicionarse al margen de las ideologías previas. Presentan un nuevo tipo de comunicación y son particulamente activos en las redes sociales, de las que hacen un uso intensivo. Gran parte de la comunicación también tiene lugar en plataformas en las que se organizan y los miembros pueden contribuir activamente, si es que hay algún miembro (Gerbaudo, 2018). Hace tiempo que no es una práctica común contar con una membresía formal, como habitualmente la encontramos en los partidos establecidos. En cambio, los partidarios del partido La République en Marche, por ejemplo, se muestran registrándose en el sitio web para obtener información actualizada. En el NEOS de Austria, los ciudadanos también pueden solicitar una candidatura para el primer lugar en la lista federal sin pertenecer al partido (derecho pasivo de voto) (NEOS, 2019).

A esto se agrega que los nuevos partidos, en particular, suelen estar formados predominantemente por novatos. Esto les facilita presentarse como nuevos y diferentes de los partidos establecidos y acceder a nuevos grupos de votantes. Al mismo tiempo, les permite distanciarse de los políticos profesionales de los otros partidos. Aunque esta apertura a los recién llegados a la política también puede verse como una ganancia para la democracia, la falta de experiencia política puede volverse problemática, especialmente en tiempos de crisis. Los nuevos partidos suelen estar estrechamente vinculados a un solo y fuerte liderazgo. Y no es raro que, debido a ello, el partido carezca de estructuras internas. A menudo, este líder también es la persona que fundó el partido. Sin embargo, apenas esta figura deje de ser parte del partido, sus seguidores rápidamente harán lo mismo.

Esta falta de estructuras puede ser una de las debilidades más notorias de los nuevos partidos, a los que apenas les da el tiempo para establecerse y organizar su estructura antes de asumir la responsabilidad del gobierno. Esto los hace más vulnerables a una crisis que los partidos establecidos. Aparte de la organización y la estructura, los recién llegados a menudo carecen de un programa que no se limite a un solo tema. Para la supervivencia a mediano y largo plazo en el sistema de partidos esto no es suficiente.

En resumen, los nuevos partidos tienen las siguientes características:

  • Son un fenómeno resultado de una crisis provocada por la corrupción, el nepotismo, la falta de transparencia o la pérdida de confianza en partidos e instituciones establecidos.
  • Se caracterizan por una fuerte figura de liderazgo.
  • A menudo se autodescriben como un movimiento en lugar de un partido y tratan deliberadamente de diferenciarse de los partidos establecidos.
  • A menudo están formados por recién llegados a la política y por gente proveniente de otros espacios.
  • Sus estructuras y programas políticos son al comienzo débiles.
  • Logran éxitos electorales rápidamente.

Una democracia de partidos es y sigue siendo garantía de éxito para representar diferentes opiniones y posiciones de una sociedad cada vez más diversa.

Consecuencias para los partidos establecidos

¿Qué significan estos procesos para los partidos establecidos y para el futuro de la democracia partidaria? Aunque los nuevos partidos enfrentan a sus competidores con nuevos desafíos, los procesos actuales también ofrecen una variedad de oportunidades para el futuro de la democracia partidaria.

Para seguir desempeñando un papel importante en el futuro y para asegurar la indispensable estabilización del sistema basado en partidos, los partidos establecidos deberán persistir en sus esfuerzos de ser atractivos. Una democracia de partidos es y sigue siendo garantía de éxito para representar diferentes opiniones y posiciones de una sociedad cada vez más diversa. Cuanto más heterogénea se vuelva la sociedad, más indispensable es la trabajosa y conflictiva construcción de consensos. Sin embargo, esto significa que las exigencias aumentan. Los partidos no solo tienen que ofrecer nuevas oportunidades de participación con enfoques temporales y temáticos específicos que respondan al entendimiento político actual de muchas personas. También deben acompasar la comunicación con métodos actuales. De lo contrario, serán dejados atrás por los nuevos partidos.

Esto presupone que se lleven a cabo las reformas necesarias y se reconsideren concepciones de trabajo partidario superadas. Hasta ahora, muchos de los partidos establecidos en Europa no han logrado mantenerse al día con los desarrollos descritos y presentar una oferta (digital) adecuada a sus afiliados y a los potenciales votantes. Muchos de ellos no logran llegarles ni convencer especialmente a los jóvenes. Precisamente de este fracaso se benefician los nuevos partidos, que se presentan como diferentes. Debido a su comportamiento aparentemente poco convencional, a menudo logran movilizar a los jóvenes que quieren involucrarse en la política partidaria pero afuera de la oferta anterior.

Así pues, la evolución actual también ofrece una oportunidad para los partidos establecidos. La digitalización y la conciencia de los problemas y desarrollos descritos abren un potencial sin precedentes. La participación en la vida intrapartidaria y ofertas orientadas específicamente a interesados no afiliados, por ejemplo, foros de discusión política, plataformas y apps pueden aumentar el interés por los partidos establecidos. De esta forma pueden hacerse presentes más que antes. Aunque esto también puede generar tensiones entre los no miembros interesados y los viejos afiliados que exigen derechos especiales, la oferta orientada a personas no afiliadas no quiere decir que obtengan inmediatamente el mismo estatus que los miembros. Pero si los partidos quieren mantener la membresía a largo plazo, inevitablemente tendrán que crear ofertas de ingreso para aquellos que recién consideren la afiliación como un segundo paso.

Por último, la pandemia del covid-19 dio un impulso a la digitalización, que prácticamente obligó a los partidos a probar y utilizar en mayor medida nuevas herramientas y oportunidades de participación como talleres y seminarios digitales y, de esta forma, prepararse para el futuro también digitalmente.

Pero los partidos establecidos tendrán que cambiar no solamente su modalidad de trabajo. Cada vez más existe la impresión de que las personalidades fuertes son determinantes para el resultado de las elecciones. En el pasado, los partidos establecidos a menudo prescindieron demasiado frecuentemente de caras nuevas y jóvenes. A menudo, se elegían los candidatos entre personas que gozaban de amplia aprobación dentro del partido pero que, por ser desconocidas o no muy atractivas para los votantes potenciales, no eran capaces de movilizarlos. En el futuro será aún más importante integrar a votantes de los más variados medios sociales y orientar los partidos a la diversidad de sus miembros.

Cada vez más existe la impresión de que las personalidades fuertes son determinantes para el resultado de las elecciones.

Más allá de esto, los partidos establecidos deberán mostrar más claramente sus capacidades para resolver problemas, especialmente en tiempos de crisis. En ello tienen una gran ventaja en comparación con los nuevos partidos. Por esta razón, los partidos establecidos deben demostrar que, precisamente por sus muchos años de experiencia política, son capaces de reconocer y resolver los problemas de la mayoría de la población. Ineludiblemente, una comunicación que se vincule con esto será aún más importante en una sociedad cada vez más fragmentada. En un sistema de partidos cada vez más fragmentado y dinámico, es más importante que los partidos establecidos no pierdan la conexión con la sociedad. Esto comprende la capacidad de formar coaliciones con otros partidos.

La conectividad como tal no significa volverse como los nuevos partidos. Sin embargo, los partidos establecidos deberían entender las actuales evoluciones como una oportunidad para sí mismos y como un llamado de atención. Deberían preguntarse cómo la democracia de partidos puede seguir siendo la garantía de éxito para los ciudadanos en el futuro. Asociado con esto también está la exigencia de reexaminar continuamente las capacidades y oportunidades de coalición con partidos que anteriormente estaban fuera de sus opciones habituales. Es inevitable que los sistemas de partidos cambien debido a nuevos partidos y movimientos. Sin embargo, si los partidos establecidos asumen el papel de ancla en la estabilidad en los perturbados sistemas de partidos en Europa por la llegada de nuevos actores políticos, y logran ofrecer soluciones a una amplia variedad de problemas, la democracia de partidos, según el lema estable porque flexible, tendrá futuro (Lange, 2014, p. 97).

Versión abreviada del artículo publicado originalmente por la autora en Auslandsinformationen, 4/2020, pp. 15-26.
Traducción (alemán-español): Manfred Steffen

Referencias bibliográficas

  • Emanuele, V., Chiaramonte, A., y Soare, S. (2020). Does the Iron Curtain Still Exist? The Convergence in Electoral Volatility between Eastern and Western Europe. Government and Opposition, 55(2), 308-326. doi https:// doi.org/10.1017/gov.2018.25
  • Gerbaudo, P. (2018). The Digital Party, Political Organization and Online Democracy. Londres.
  • Grabow, K. (2020). Europaweit grün? Trends und Perspektiven der Parteiendemokratie, Konrad Adenauer-Stiftung. Recuperado de https://bit.ly/34ToUJf
  • Hooghe, L., y Marks, G. (2018). Cleavage theory meets Europe’s crises: Lipset, Rokkan, and the transnational cleavage. Journal of European Public Policy, 25(1), 109-135. Recuperado de https://unc.live/3dHkbOx
  • Lange, N. (2014). Stabil, weil beweglich. Die Politische Meinung, 529, Konrad-Adenauer-Stiftung, nov.-dic. Recuperado de https://bit. ly/2H43JvP
  • Merkel, W. (2017): Kosmopolitismus versus Kommunitarismus: Ein neuer Konflikt in der Demokratie. En P. Harfst, I. Kubbe y T. Poguntke (eds.), Parties, Governments and Elites. The Comparative Study of Democracy (pp. 9-23). Wiesbaden: Springer.
  • NEOS. (2019). Satzung (pp. 9 ss). Recuperado de https://bit.ly/311P8rB
  • Tagesschau. (2017). Bundestagswahl 2017. Recuperado de https://bit.ly/2SU1Ows
  • Trubetskoy, D. (2019, junio 21). Vorgezogene Wahl wird das Parlament umkrempeln, Mitteldeutscher Rundfunk. Recuperado de https://bit.ly/311MphR
  • Weininger, I. (2019, julio 17). Auf dem Weg zu einem neuen Parlament. Länderberichte, 07/2019. Konrad-Adenauer-Stiftung. Recuperado de https://bit.ly/348Kvya
  • Wiesendahl, E. (2001). Keine Lust mehr auf Parteien. Zur Abwendung Jugendlicher von den Parteien, Aus Politik und Zeitgeschichte (APuZ), 10/2001, Federal Agency for Civic Education (bpb). Recuperado de https:// www.bpb.de/system/files/pdf/SMCCMG.pdf

  1. Este artículo refiere exclusivamente a partidos que participaron en alguna elección. No se tuvieron en cuenta formaciones recientes.